El acceso a la electricidad en los países más pobres ha comenzado a acelerarse, la eficiencia energética continúa mejorando y la energía renovable está logrando resultados excelentes en el sector eléctrico. No obstante queda mucho camino por recorrer y el apoyo institucional de las aseguradoras es un pilar fundamental.
A pesar de ello, es necesario prestar una mayor atención a las mejoras para el acceso a combustibles de cocina limpios y seguros, y a tecnologías para 3000 millones de personas, para expandir el uso de la energía renovable más allá del sector eléctrico e incrementar la electrificación.
La falta de acceso a la energía puede obstaculizar los esfuerzos por contener la COVID-19 en muchas partes del mundo. Los servicios energéticos son clave para prevenir las enfermedades y luchar contra la pandemia; desde proporcionar suministro eléctrico a los establecimientos sanitarios y agua limpia para una higiene esencial, hasta permitir las comunicaciones y los servicios de TI que conectan a las personas manteniendo el distanciamiento social.
Millones de personas viven sin acceso a la electricidad, y cientos de millones de personas más solo tienen acceso a una electricidad muy limitada o poco fiable. La energía es crucial para que las personas sigan conectadas en sus hogares y para que funcionen los equipos vitales en los hospitales. Si los hospitales y las comunidades locales no tienen acceso a la energía, se podría magnificar la catástrofe humana y se podría reducir significativamente la velocidad de recuperación mundial.
Durante la emergencia de la COVID-19 hay tres maneras de responder a dicha emergencia y en las que el apoyo de la industria aseguradora resultará clave:
- Priorizar que las soluciones energéticas suministren energía a los centros de salud y a los equipos de respuesta inicial.
- Mantener a los consumidores vulnerables conectados.
- Aumentar la producción de energía fiable, ininterrumpida y suficiente como preparación para una recuperación económica más sostenible.